miércoles, 5 de noviembre de 2014

Luis Cernuda

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Poesia

La poesía cernudiana es una poesía de la meditación, y consta de cuatro etapas, según Octavio Paz: los años de aprendizaje, la juventud, la madurez y el comienzo de la vejez. A la etapa inicial pertenecen las primeras poesías, publicadas en 1927 con el título de Perfil del aire —que muestran a un poeta elegante en su contemplación elegíaca del mundo— y Égloga, elegía, oda, escrito entre 1927 y 1928, que rinde homenaje a la tradición clásica a la vez que toca algunos temas muy cernudianos: amor y eros en especial. Comienza el ciclo de la juventud con Un río, un amor y Los placeres prohibidos, escritos entre 1929 y 1931. Esos dos libros revelan la adhesión de Cernuda al surrealismo. Aunque el clasicista que siempre hubo en él atempera muchas veces la ruptura formal, lo esencial de esos poemarios es su espíritu de rebeldía contra el orden establecido. En Los placeres prohibidos la rebelión crece con la abierta reivindicación de la homosexualidad. Donde habite el olvido (1934) es un libro neorromántico, «superbecqueriano», que desarrolla una elegía amorosa. Invocaciones, de 1934–1935, presenta al neorromántico dilatándose en amplios poemas que celebran las glorias del mundo y exaltan la misión del poeta. El período de madurez arranca con Las nubes (1940 y 1943), uno de los más bellos libros de poesía sobre la Guerra Civil, donde lo elegíaco alcanza su plenitud. Bajo el estímulo de la lírica inglesa, incluye monólogos dramáticos, como «La adoración de los magos». Prolonga tono y estilo en Como quien espera el alba (1947). Obsesionado con sus recuerdos sevillanos, elabora en prosa Ocnos (1.ª ed. en 1942, luego ampliada: 1949 y 1963), esencial para entender su mitología del Edén perdido. En México se desarrolla su última etapa. Allí compondría Variaciones sobre tema mexicano (1952), Vivir sin estar viviendo (1944–1949) y Con las horas contadas, de 1950–1956, que en ediciones posteriores incorporará Poemas para un cuerpo (Málaga, 1957). Es perceptible la sustitución de la anterior musicalidad elegante, garcilasiana, por un ritmo seco, duro, y por la renuncia a toda ornamentación en favor del concepto. Este estilo alcanza su plenitud en Desolación de la Quimera (1962). Cernuda es autor de una obra crítica (Estudios sobre poesía española contemporánea, 1957, o Poesía y literatura, I y II, 1960 y 1964) que, más allá de algunas arbitrariedades, ha permitido revisar tópicos y estimaciones. En ella, Cernuda reivindica a Campoamor, expresa su admiración por su amigo Federico García Lorca y enjuicia con severidad la obra de Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas y Jorge Guillén. En 1985 se editó su única obra de teatro, La familia interrumpida.

A un poeta muerto

 Así como en la roca nunca vemos La clara flor abrirse, Entre un pueblo hosco y duro No brilla hermosamente El fresco y alto ornato de la vida. Por esto te mataron, porque eras Verdor en nuestra tierra árida Y azul en nuestro oscuro aire.

 Leve es la parte de la vida Que como dioses rescatan los poetas. El odio y destrucción perduran siempre Sordamente en la entraña Toda hiel sempiterna del español terrible, Que acecha lo cimero Con su piedra en la mano. 

 Triste sino nacer Con algún don ilustre Aquí, donde los hombres En su miseria sólo saben El insulto, la mofa, el recelo profundo Ante aquel que ilumina las palabras opacas Por el oculto fuego originario.

 La sal de nuestro mundo eras, Vivo estabas como un rayo de sol, Y ya es tan sólo tu recuerdo Quien yerra y pasa, acariciando El muro de los cuerpos Con el dejo de las adormideras Que nuestros predecesores ingirieron A orillas del olvido. 

 Si tu ángel acude a la memoria, Sombras son estos hombres Que aún palpitan tras las malezas de la tierra; La muerte se diría Más viva que la vida Porque tú estás con ella, Pasado el arco de tu vasto imperio, Poblándola de pájaros y hojas Con tu gracia y tu juventud incomparables. 

 Aquí la primavera luce ahora. Mira los radiantes mancebos Que vivo tanto amaste Efímeros pasar junto al fulgor del mar. Desnudos cuerpos bellos que se llevan Tras de sí los deseos Con su exquisita forma, y sólo encierran Amargo zumo, que no alberga su espíritu Un destello de amor ni de alto pensamiento.poeta cual lengua de su gloria Y luego le consuela a través de la muerte.poeta cual lengua de su gloria Y luego le consuela a través de la muerte.
Igual todo prosigue, Como entonces, tan mágico, Que parece imposible La sombra en que has caído. Mas un inmenso afán oculto advierte Que su ignoto aguijón tan sólo puede Aplacarse en nosotros con la muerte, Como el afán del agua, A quien no basta esculpirse en las olas, Sino perderse anónima En los limbos del mar. 

 Pero antes no sabías La realidad más honda de este mundo: El odio, el triste odio de los hombres, Que en ti señalar quiso Por el acero horrible su victoria, Con tu angustia postrera Bajo la luz tranquila de Granada, Distante entre cipreses y laureles, Y entre tus propias gentes Y por las mismas manos Que un día servilmente te halagaran. 

 Para el poeta la muerte es la victoria; Un viento demoníaco le impulsa por la vida, Y si una fuerza ciega Sin comprensión de amor Transforma por un crimen A ti, cantor, en héroe, Contempla en cambio, hermano, Cómo entre la tristeza y el desdén Un poder más magnánimo permite a tus amigos En un rincón pudrirse libremente. 

 Tenga tu sombra paz, Busque otros valles, Un río donde del viento Se lleve los sonidos entre juncos Y lirios y el encanto Tan viejo de las aguas elocuentes, En donde el eco como la gloria humana ruede, Como ella de remoto, Ajeno como ella y tan estéril. 

 Halle tu gran afán enajenado El puro amor de un dios adolescente Entre el verdor de las rosas eternas; Porque este ansia divina, perdida aquí en la tierra, Tras de tanto dolor y dejamiento, Con su propia grandeza nos advierte De alguna mente creadora inmensa, Que concibe. 




* Viviendo sueños Luis Cernuda - Vicente Monera
Dire como Naciste Donde Habita El Andaluz El viento Limbo
Los Espinos Los Fantasmas Peregrino Ruido Triste Tres misterios

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